En la vida de todas las personas, la sexualidad tiene dos finalidades básicas: una es reproductiva y la otra es placentera. Pocas veces en la vida, una persona decide -concientemente- efectivizar la primera finalidad, es decir, tener relaciones sexuales especialmente para quedar embarazada. En esos casos, cuando ambas funciones se integran en una misma acción, suele sentirse una gran vivencia de plenitud personal.
Lo habitual es que durante varias décadas esa misma persona ejerza su sexualidad con otros objetivos: recrearse, dar y recibir afecto, calmar ansiedades, o incluso ser un sujeto más de la sociedad de consumo sexual.
En esta época social, la anticoncepción es reconocida de hecho por millones de seres humanos como necesaria y beneficiosa para una vida sexual plena y satisfactoria, así como también para decidir responsablemente el cuándo de su paternidad. Pero sabemos que es aún hoy objeto de resistencias y discusiones ideológico-religiosas.
Más allá de las circunstancias sociales que rodean al tema, las personas que decidan recurrir a ellos necesitan también saber cuáles son los métodos anticonceptivos y su grado de eficacia, y cómo repercute cada uno de ellos en la sexualidad de la pareja y de cada uno de sus miembros.
No todos los métodos son convenientes para algunas personas y algunos de ellos, además de ineficaces, son francamente negativos para el desarrollo de una sexualidad plena. En cambio, otros colaboran positivamente.
Es recomendable que para llevar adelante una elección realmente efectiva tanto desde el punto de vista orgánico como psicológico y sexológico.-a través del asesoramiento del médico especialista- se consideren no sólo los costos, las formas de uso y su eficacia, sino también la personalidad de cada usuario y el tipo de relación de pareja.
Aunque podamos suponer que todos los métodos anticonceptivos “liberan” el comportamiento sexual, en realidad la toma particular de decisión es complicada ya que se ponen en juego diversos conflictos en relación a la educación personal, así como temores, especialmente con respecto a la propia integridad y a la posibilidad de tener hijos en el futuro.
Habitualmente no se elige un método para toda la vida, suele depender de cada etapa evolutiva del sujeto y de su pareja. Se hace necesario conocer sus efectos para que, cada vez, la elección sea la más acertada para esa persona o pareja en ese momento vital particular.
Los efectos negativos o positivos sobre la sexualidad dependerán de muchos factores: del método utilizado, de su grado de confiabilidad, del nivel de aceptación o rechazo individual o de la pareja, de la personalidad de cada sujeto y del modo de interrelación entre ambas personalidades.
En conclusión podemos decir que:
*Los métodos de mayor eficacia -pastillas, inyección mensual, dispositivo intrauterino- producen una sensación de naturalidad en los encuentros sexuales. Sin embargo, cuestiones religiosas o temores de ser dañada interiormente pueden influir negativamente.
*Los métodos de barrera -preservativo masculino o femenino y diafragma- benefician la sexualidad si son aceptados psicológicamente. En cambio, si las personas sienten que les quitan espontaneidad, disminuyen la sensibilidad, o tienen alguna otra creencia sobre ellos, son rechazados.
*Los métodos de menor eficacia -coito interrumpido y de los días infértiles- suelen condicionar el deseo y la respuesta sexual, produciendo un desajuste emocional individual y de la pareja.
Artículo publicado originalmente por: http://www.saludfemenina.com.ar/notas/131/La-sexualidad-y-los-anticonceptivos-.htm#ixzz0LQSevmUC /16 de julio 2009/7:44
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